El escribir las entradas con decalaje -nunca le estaré lo suficientemente agradecido a mi hermano ingeniero por enseñarme esta palabra- tiene cosas como ésta.
La noticia saltó a los medios hace un mes
justo: que el informe de la Unidad Central Operativa dejaría a Santos Cerdán al borde de la imputación. Es decir, que de los cuatro que iban en el famoso
coche, ya habría indicios suficientes contra tres de ellos. Contra el cuarto,
todavía no, aunque ese cuarto se atara al tercero pese a las sospechas en el partido sobre su tren de vida demasiado alto.
Y un mes después, en efecto, al Cerdán le
llegó su san Martín, al psicópata se le demudó la faz (o se la demudaron y,
además, mal) y las cosas llegaron a tal extremo que se llegó a insinuar, no que
la legislatura no llegara a su fin normal, sino que se acabara antes del otoño.
Eso es el partido de la mano y el capullo: la organización de delincuentes más antigua de España. Y todavía hay quien les vota, o quien cree que es posible otro PSOE.
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