Es muy humano ver la paja en el ojo ajeno y no percibir la viga en el propio. Del mismo modo, uno tiende a criticar en los contrarios comportamientos que disculpa en los correligionarios.
En esto, los de la mano y el capullo son más
humanos que casi nadie. Cargarán inmisericordemente contra cualquiera que no
les baile el agua, pero se revolverán molestos, ofendidos o dolidos cuando una
fracción de los ataques que ellos han emitido sean dirigidos contra ellos.
Es el caso de la portacoz del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer que, al borde
de las lágrimas (de mentirijillas, apuesto duros contra pesetas) negó destrozos en el parador de Teruel durante la supuesta noche salvaje de Ábalos.
Fina piel la de Pili Sonrisas.
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