No puedo hablar antes de Juan Pablo II, porque era muy pequeño y no me acuerdo (vale, vale, con Juan Pablo I no mucho más pequeño… pero no me acuerdo), pero desde entonces se ha producido una constante.
Y es que, cada vez que han elegido un nuevo
pontífice (el pontífice por antonomasia, es decir, el Papa de la Iglesia
Católica), la izquierda mundial ha proclamado que esta vez sí, de verdad, el
nuevo obispo de Roma iba a traer la renovación a esa institución en la que no
creen ni les gusta… sólo para, con el tiempo, denostarle acerbamente porque
hacía lo mismo que todos los anteriores (al fin y al cabo, es difícil vencer
una inercia de dos milenios).
La posible excepción, fue Bergoglio, que se
pasó su pontificado haciendo guiños a la progresía mundial y al que ésta
siempre tuvo en palmitas. Y cuando ha llegado un nuevo papa, León XIV, la izquierda se lo ha apropiado nada más ser anunciado.
Dijo Marx que la Historia se repite, primero como drama y luego como farsa. En el caso de los marxistas, hay hasta varias reposiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario