Hace un par de días comentaba que al psicópata de la Moncloa le venía grande el puesto de presidente del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer. No nos equivoquemos, también le venía grande a su predecesor, aunque por razones diferentes. Sí, de vez en cuando también atizo a los de mi cuerda… pero no os acostumbréis.
Mariano Rajoy no estaba cualificado para ser
presidente del gobierno. Para eso hace falta decisión, brío, energía. Carecía de
todo eso: era abúlico, tancredista, procrastinador. Tuvo la última mayoría
absoluta de la que ha disfrutado un partido político en España a nivel nacional
y no se molestó en desmontar ninguna de las barrabasadas perpetradas por los de
la mano y el capullo. Sí, la economía era lo primero… pero la economía no es lo
único. Hay cosas que, sin ser lo primero, son más importantes, valga la
contradicción.
El psicópata es un vivales, un cortoplacista.
Toma decisiones, pero pensando sólo en su beneficio inmediato, con lo que nada
impide que pueda tomar otra en sentido contrario cuando la tinta de la primera
aún no se ha secado. Y lo peor es esa insoportable pomposidad con la que trata
de revestir de legitimidad una decisión que sólo le corresponde tomar a él… si
acaso.
En esto es igual que el Chepas y su
(entonces, no sé si todavía) calientacamas, que sometieron a refrendo de las
bases si debían o no comprarse Villa Tinaja. Ahora, el doctor cum
fraude se sacó de la manga una consulta pública sobre una operación estrictamente privada, la oferta pública de adquisición de acciones del Banco Bilbao Vizcaya
Argentaria sobre el Banco de Sabadell.
Si al psicópata le parece bien, que lo diga. Si
al psicópata le parece mal, que lo diga. Si no tiene una opinión al respecto,
que se calle. Pero que no pretenda descargar sobre los demás la responsabilidad
de una decisión que sólo le corresponde a él.
La responsabilidad, digo. La decisión… eso es discutible.
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