La mayor prueba de que las acusaciones de corrupción que rodean al psicópata de la Moncloa, al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer y al partido de la mano y el capullo, se encuentra en su reacción.
No de irritación o enojo, porque éste puede
ser fingido -y, de hecho lo es, al menos en lo que respecta a la ofensa que
siente uno cuando le acusan falsamente-, sino del nerviosismo que les embarga
cada vez que se les menciona el tema.
Cuando el juez instructor del caso que se
sigue contra la pareja de Su Sanchidad anunció que la instrucción estaba
finalizando y se abriría la fase del juicio -siendo éste con jurado, por la
naturaleza del los delitos implicados-, todo el equipo de opinión sincronizada renegó
del jurado popular, ya que -vaya por delante que aunque no creo que semejante
figura sea buena en ni coherente con la tradición judicial española-, por lo
visto, también cabría lawfare cuando te juzga el pueblo (ése que, según
ellos, tanto les quiere y les agradece su labor). Además, el consejo de ninistros
puso en duda la imparcialidad del instructor y se burló de la decisión,
calificándola de surrealista.
Lo que sí es de aurora boreal, y demuestra el estado frenético del psicópata, es que cuando saltó la noticia, canceló por cambios de última hora sus entrevistas en la CNN y Bloomberg. Se ve que ese ala no la tenían cubierta…
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