Los liberticidas son gente esencialmente ruidosa, pero muy cobarde.
Lo eran los terroristas, que actuaban siempre
por la espalda, con el tiro en la nuca o la bomba lapa, pero que se cagaban
(literalmente) en los pantalones si las fuerzas del orden les hacían frente.
Y lo hacen los comunistas, que chillan y
patalean cuando se les llama lo que son -hijo de terrorista-, y reclaman
protección a los cuerpos de seguridad del Estado cuando, a distancia de donde
están pasando unos días, aparece un rótulo en la carretera que dice Fuera
ratas (por otra parte, el que se pica, ajos come).
Por eso es importante la postura de
personalidades como Macarena Olona o Iván Espinosa de los Monteros, que cuando
la zahúrda izquierdista pretende montarles un escrache se enfrentan al mismo.
Es más, Espinosa de los Monteros lo ha dicho claramente: irán a las universidades que les inviten y, si les hacen escraches,con más motivo.
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