Que la mierda está cercando al partido de la mano y el capullo en general y al psicópata de la Moncloa en particular lo demuestra -admito la posibilidad del sesgo de confirmación- que está dispuesto a hacer -y, de hecho, hace- cualquier cosa para intentar distraer la atención de la opinión pública.
Y le da lo mismo que eso destroce España, que
el país quede en la esfera internacional como Cagancho en Almagro o que se
tenga que saltar todas y cada una de las normas de todos y cada uno de los
ordenamientos jurídicos.
La flotilla guarrilla salió camino -es
un decir- de Israel para poco más que pasárselo bien -salvo Greta Tarumberg,
permanentemente cabreada con todo y con todos- y postureo para los ya
convencidos. Dieron la vuelta un par de veces, pararon otras tantas en destinos
turísticos (casualidad, casualidad) y, cuando se aproximaban a Israel y se les
iba a terminar el cuento, el psicópata envió una patrullera a acompañar y escoltara
a los perroflautas.
Todo muy bien, muy solidario y tal… si no fuera porque ese envío, a la vez, viola la Ley de Defensa Nacional y desafía la Carta de las Naciones Unidas.
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