Una posible consecuencia de la mala gestión -por llamar de alguna manera a lo que en el mejor de los casos es reacción, y en el peor simple inacción- que el desgobierno socialcomunista hizo de la pandemia son los disturbios que estos últimos días han tenido lugar en España.
Cuando
comenzaron en Cataluña, pensé bueno, ya están los terroristas separatistas haciendo
lo de siempre. Pero luego leí que los disturbios se han producido también
en Madrid, Málaga, Logroño y otras ubicaciones, y me ha dado por pensar si no
se deberá a que la gente no es consciente de la gravedad de la situación.
Visto
sobre el papel, tanto dan treinta mil muertos que sesenta mil. Pero si se hubieran
mostrado las filas y filas de camas con enfermos, de ataúdes, de cadáveres en
definitiva, quizá la gente le habría cogido respeto, ya que no miedo, a la
pandemia. Se resistió el primer confinamiento porque era inesperado, nuevo,
desconocido; pero esta nueva reclusión, con una situación económica agravada
por el desastre que supone tener a la ultraizquierda en el poder -ya sería
tremendo en el mejor de los mundos posibles, no digamos en las circunstancias
actuales-, parece haber colmado la paciencia de los más impacientes… y así
estamos.
Por ello, y por mucho más…
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