domingo, 22 de noviembre de 2020

Manos arriba

Probablemente, fuera de su trabajo los inspectores de hacienda sean gente agradable y hasta simpática. Sin embargo, no creo que gocen del general aprecio de lo que suele llamarse la ciudadanía. Algo así como los guardias civiles, a los que todos tenemos en alta estima… hasta que te paran en la carretera porque ibas demasiado rápido.

Sin embargo, una medida que está preparando el desgobierno socialcomunista es casi seguro que va a hacer que se les tenga todavía más ojeriza. Me refiero a la ley que, según parece, permitiría a los agentes del Fisco poder entrar en el domicilio de los contribuyentes y en las sedes de las empresas sin previo aviso. Lo justifica el director general de la Agencia Tributaria en que no parece muy efectivo avisar antes de entrar, por el miedo a la destrucción de pruebas.

No otra cosa cabe esperar de una ideología que ha establecido, por Ley, la presunción de culpabilidad de nada menos que la mitad de la población española: me refiero, claro está, a la ley de violencia degenerada, que viene a decir que los varones, por el hecho de serlo, tienen que demostrar su inocencia cuando una mujer les acusa de violencia. Sí, ya sé que el tema de la violencia contra las mujeres es algo muy serio, y lejos de mí el hacer chanzas sobre ello; pero la presunción de inocencia es igualmente seria, y lo que establece esta Ley la convierte en maquiavélica (hasta ahora no se me había ocurrido), puesto que el fin justifica los medios.

Al menos, ya existe jurisprudencia que cuestiona que se pueda dar autorización judicial para un registro basada sólo en una corazonada de que un contribuyente tribute por debajo de la media del sector.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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