Es curiosa la etimología. Si uno busca en el diccionario, se encuentra con que la palabra mamarracho viene del árabe hispano muharráǧ o muharríǧ, y este del árabe muharriǧ, que significa bufón. Como significados en español del término, tenemos tres, todos coloquiales: el primero, persona estrafalaria o ridícula; el segundo, persona que viste o se comporta de forma ridícula, generalmente para hacer reír a otros; finalmente, persona que carece de formalidad y compostura y no merece ser tomada en serio ni ser tratada con respeto.
Como
se puede ver por cualquiera con un poco de mala baba, los tres sentidos, juntos
o por separado, son atribuibles al único vicepresidente varón del desgobierno
socialcomunista: es estrafalario, viste de forma ridícula, carece de formalidad
y compostura y no merece ser tratado con respeto. En serio sí que hay que
tomarlo, porque tiene más peligro que un mono con una ametralladora.
Que
un señor -en el sentido grouchomarxesco del término, por supuesto- que
frisa la cuarentena siga llevando el pelo largo, ora en coleta, ora en moño, es
algo que produce una sensación que oscila entre la risa floja y la grima. Que ese
mismo señor tenga mando en plaza en el gobierno de un país -más aún si ese país
es el tuyo- lo que produce es pánico. Porque un individuo que se pone del lado
de los tiranos es alguien a quien no conviene dar la espalda.
Ocurre
que, como a los terroristas y a los golpistas, se ha consentido al Chepas
demasiado tiempo que campe a sus anchas y suelte sus soflamas sin darle la
réplica adecuada. Y claro, ahora pasa lo que pasa: que tienen que venir de
fuera a poner los puntos sobre las íes y decir al macho alfa neocom que
es un miserable. Cuando dice que Leopoldo López no ha apostado por vías
democráticas o pacíficas, todos deberíamos actuar como Leopoldo López y replicar que quien no reconozca a Maduro como un dictador que revise su concepto de
democracia.
Y,
sobre mamarracho y sectario, cobarde (los liberticidas suelen serlo). Porque justo
cuando están investigando a la consultora Neurona, dentro de la posible
financiación ilegal de los neocom, va Junior y se mete en la comitiva
real que acudió a la toma de posesión del nuevo presidente de Bolivia, un
conmilitón ideológico del bufón a quien nadie hizo caso en el país andino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario