Los golpistas catalanes reúnen, entre otros, dos rasgos que les resultan bastante perjudiciales: se creen muy inteligentes y son profundamente soberbios. Combinados, hacen que crean posible obviar el adagio de Lincoln y mantener engañados a todos siempre.
O
dicho de otra manera: antes se coge a un mentiroso que a un cojo, pero si el
cojo es además tonto y creído, acabará cayendo por tropezar él solo. Una muestra
de lo que acabo de señalar -también es cierto que he elaborado todo lo anterior
como envoltorio literario de la noticia- es el hecho de que, no mucho
después de que el que fuera -y ha vuelto a ser- jefe de la policía regional
catalana manifestara que, en las fechas del butifarrendum II, tuvo la
intención de detener a Cocomocho, el actual titular de la consejería de
interior catalana haya dicho que tal intención era, lisa y llanamente, mentira.
A
confesión de parte…
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