Al igual que -creo- los testigos de Jehová, o los adventistas del séptimo día, o uno de esos grupos protestantes que vaticinan el fin del mundo cada dos por tres, el desempeño del desgobierno socialcomunista en relación con la pandemia de la Covid-19 ha sido una interminable cadena de, seamos suaves, rectificaciones.
Las
mascarillas son superfluas. Las mascarillas son imprescindibles. El machismo
mata más que el coronavirus. Yo no aconsejaría a mi hijo no ir a una
manifestación. Las reuniones están prohibidas. El virus está vencido. Lo que viene
va a ser duro. Hacemos lo que dice el comité de expertos. El comité no existe. La
lista de miembros del comité es demasiado larga como para mencionarlos. La curva
se está aplanando. Los contagios matan de manera exponencial. Una tasa alta de
contagios determina el decretar el estado de alarma. Una tasa alta de contagios
no importa, tenemos que esperar a ver qué efecto producen las medidas antes de decretar
el estado de alarma, aunque nos lo estéis pidiendo casi de rodillas. En Diciembre
tendremos no una vacuna, sino dos. Las vacunas estarán a finales de año. La vacuna
no llegará hasta Mayo del año que viene.
Y
mientras, los españoles muriendo como chinches.
Por ello, y por mucho más…
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