Al hilo de las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos, toca hacer reflexión sobre ese país, su sistema de partidos y demás.
Para
empezar, me hacen gracia los giliprogres que, como en España, critican
el sistema electoral (que, como las campanadas de Nochevieja, hay que explicar
cada vez, o eso parece), en general cuando no marcha de acuerdo con sus intereses.
Es un sistema electoral que, precisamente porque tiene doscientos años (largos)
debería ser bien conocido: uno sabe a lo que juega cuando entra en ese terreno.
Que, por un accidente (llamémosle así) un candidato consiga menos votos
directos y más votos electorales (como sucedió en 2.016) es algo que puede
pasar; de hecho, en el sistema británico de distritos uninominales hay veces en
que el partido que ha conseguido más escaños en los Comunes no es el que ha
obtenido más sufragios.
Luego
está el partido al que yo votaría. Probablemente votaría republicano, aunque
supongo que mis puntos de vista se aproximan más a lo que allí llaman libertarios
-término que allí identifica políticamente justo a lo contrario de lo que
significa en España, lo mismo que ocurre con liberal-, al igual que en
España voto PP aunque esté más conforme con alguno de los postulados de Vox. Y, por otra parte, acabo de enterarme de que los demócratas, al estilo del desgobierno socialcomunista español actual, intentaron cambiar (aumentando el número de sus miembros) la composición del Tribunal Supremo para así controlarlo.
Otra
cosa. Ahí están los que se alegran de que haya perdido Trump porque es un
político imprevisible, que divide y demás. Pero los que ejercen la violencia
son (casi) siempre los que se le oponen, con los del Black live matters a
la cabeza en los últimos tiempos. Por otra parte, aunque Trump sea un machista y
un pendón nadie ha arrojado sombras de pedófilo sobre él (no como con Biden), y
se rebajó el sueldo de presidente al mínimo posible (un dólar), mientras que el
hijo de Biden ha estado pringado en escándalos de corrupción. Y de Trump se
podrán decir muchas cosas sobre su inteligencia, pero no que chochee. Por otra
parte ha sido el primer presidente de Estados Unidos que, hasta donde sé, no ha
ocupado ningún cargo público anteriormente -es decir, que no es un político
profesional- ni ha tenido una carrera militar.
Para
terminar, tenemos el caso de la vicepresidenta electa, Kemala Harris, una
pijiprogre de la peor especie a la que cuando conviene presentan como negra
pero, que siendo hija de jamaicano e hindú sería más bien zamba.
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