Como vendedores de humo, los miembros del desgobierno socialcomunista son difícilmente superables. Ocho meses (y contando) llevan proclamando una vez tras otra que ahora sí, que de verdad de la buena, ésta es la vez en la que, definitivamente y de una vez por todas, venceremos al virus, doblegaremos la curva y saldremos más fuertes.
Y
eso lo proclaman, al alimón, un filósofo que es el encargado de velar por la
salud de los españoles y un doctor en economía que no sabe ni copiar y pegar como
Dios manda. La última burra coja y ciega que intentan colarnos es que la
vacunación contra la Covid-19 empezará en Enero y que no será obligatoria.
Teniendo
en cuenta que todavía no se sabe si para finales de año existirá efectivamente
una vacuna verdaderamente efectiva -valga la rebuznancia-, ya que una
cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo, y mucho menos si se dispondrá
de las dosis suficientes para alcanzar una masa crítica potencial de vacunados,
lo que ya resulta de aurora boreal es esa falta de obligatoriedad.
Es
como si, cuando alguien se está ahogando, se dejara a su elección si se le
arroja el salvavidas o no. Excepto si no se está seguro de si el salvavidas flotará
o si, por el contrario, se hundirá directo hacia el fondo como si estuviera
hecho de plomo.
Por ello, y por mucho más…
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