Cuando programé la reflexión atemporal sobre el Islam y ese tópico que la tipifica como religión de paz estaba lejos de suponer que la publicaría, más o menos, coincidiendo con un atentado islamista.
Pero,
bien mirado, era sólo cuestión de tiempo. Como ya he dicho más de una vez, el
Islam es una religión que todavía condena la blasfemia (o lo que ellos consideran
blasfemia, que viene a ser casi todo) con la muerte. Y claro, que un profesor
muestre en clase una caricatura de Mahoma (un simple hombre, al fin y al cabo,
por muy profeta que se le pueda considerar) resulta para algunos una ofensa
intolerable que sólo puede ser lavada con sangre, decapitando al docente.
Todavía
habrá algún giliprogre que dirá que lo que hizo el maestro fue una
provocación. Si algún cristiano hubiera decapitado a (creo recordar que fue él)
Javier Krahe por cocinar al horno un crucifijo, habrían calificado al asesino
de intolerante y fanático, amén de (valga la expresión) demonizar su religión y
a todos los que la profesan.
Pero
claro, los de la media luna son otra cosa…
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