Que un político socialista español tiene los escrúpulos muy justitos es algo evidente. Que su nivel de sonrojo es también bastante corto es asimismo conocido. Por último, que no son gente especialmente brillante es un rasgo que demuestran casi dada vez que abren la boca.
Eso pasó
con el filósofo perico, al cederle el testigo a una licenciada en Derecho -no
tengo nada contra ellos, yo también lo soy… aunque nunca se me ocurriría pensar
que estoy capacitado para ser ministro de Sanidad, y menos en medio de una pandemia
como ésta… aunque más cualificado que estos dos, probablemente lo esté- para dedicarse,
al ciento uno por ciento, a la campaña electoral catalana. Lo que le dijo fue, textualmente,
es una tarea dura pero muy agradecida.
Ahora sabemos, además, que algunos son masocas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario