En diez días tocará hablar de las reacciones a la entrada en prisión de un sedicente rapero que lo único que hace es verter por la boca lo que los demás seres vivos excretamos por el otro extremo del tracto digestivo.
Pero hoy
toca hablar de cómo los dos partidos que integran el desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer se peleaban entre ellos para intentar
demostrar quién era más progresista, entablando una insólita carrera para
anticiparse en el registro de las iniciativas legislativas en pro de la despenalización de los delitos de
libertad de expresión.
Me hago
de vientre en los miembros de la familia del psicópata de la Moncloa. Pienso que
su vicepresidente primera es tan sectaria como inculta. Pienso que su
vicepresidente segundo anda necesitado de un buen corte de pelo, una ortodoncia
y alguien que le enseñe cómo vestirse. Pienso que la ninistra de Tantodaquedalomismo
está dónde está porque es la madre de los hijos del anterior… y porque éste
todavía no la ha sustituido por otra, que se sepa. Pienso que el portavoz neocom
en el Congreso de los Diputados es alguien cuya deformidad física es sólo
superada por su deformidad de espíritu. Pienso que la segunda república fue un
régimen ilegítimo, ilegal y -por parte de las izquierdas- criminal. Pienso que
el franquismo fue un mal menos comparado con lo que habría supuesto la prolongación
republicana. Pienso que el PSOE es un partido delincuente desde sus orígenes, y
que en siglo y medio de historia no ha hecho nada por reformarse.
Podría seguir, pero creo que me he expresado libremente bastante… por esta vez.
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