Hace ya mucho que los partidos políticos españoles -todos- dejaron de pensar en el bien común -si es que alguna vez lo hicieron- y pasaron a hacerlo, única y exclusivamente, en el propio. Y, si se me apura, ni siquiera en favor de toda la organización, sino de la cúpula dirigente (al nivel que sea que dirija).
Esto es
especialmente cierto en los partidos políticos de izquierdas (que propugnan la
redistribución de la riqueza… de los demás) y en los separatistas, vascos o
catalanes (los gallegos pintan bastante poco, aunque hagan bastante ruido). Dicen
hablar en nombre de Cataluña, pero lo único que les interesa es seguir siendo
los amos de su cortijo.
En las
últimas elecciones regionales, tres partidos abiertamente secesionistas -cocomochos,
ierreceos y clicks- alcanzarían la mayoría absoluta y podrían gobernar.
¿Hay posibilidades de acuerdo? Pocas, a mi entender. Los Clicks Unidos de
Playmobil siguen en su línea de peticiones delirantes -su república, ya
sabemos, no es de este mundo-, mientras que los cocomochos, al parecer, maniobran para provocar una repetición de las elecciones (en esto, muestran coherencia:
sostienen que la esencia de la democracia es votar y, dispuestos a demostrar
que son más demócratas que nadie, provocan elección tras elección) ya que consideran
que si no se presentara el Pdecat de Arturito Menos podrían recuperar la
primera posición del separatismo y superar también al PSC.
Es decir, cabeza de ratón, aunque sea en el infierno.
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