Que los socialistas están contra la Constitución y contra España es algo que demuestran con harta frecuencia. No sólo ahora, sino a lo largo de la Historia.
Entre pactar
con PP y Ciudadanos -lo que, de rebote, habría proporcionado al gobierno una
mayoría más holgada- y crear una coalición Frankenstein con neocom,
golpistas, terroristas y recogenueces, los de la mano y el capullo optaron por
lo segundo. Y cuando el candidato del partido más votado en las elecciones
regionales catalanas -ese filósofo perico responsable de cien mil muertos- ha
emprendido una ronda de contactos, lo hace llamando a la candidata de Cocomocho,
mientras veta a Vox.
Se podrá pensar lo que se quiera de las ideas políticas de unos y otros. Pero los segundos respetan escrupulosamente la Constitución y los mecanismos democráticos; los primeros, ni la una ni los otros.
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