Una de mis sobrinas le preguntó a su padre -y su padre me preguntó a mí: algunos todavía se piensan que lo sé todo, o casi todo… pobreticos- qué significaba némesis. Naturalmente, tenía un vago concepto de lo que significaba la palabra -nada bueno para el que sufre a su némesis-, pero no sabía el sentido exacto, así que me fui a buscarlo al diccionario.
La
segunda acepción del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (Persona
enfrentada a otra o enemiga acérrima suya) era la que yo conocía: al fin y
al cabo, en los tebeos de superhéroes que leo cada héroe tiene su némesis. La
primera acepción (Castigo fatal que restablece un orden anterior) me
resultó nueva. Pero lo que me resultó más interesante fue la etimología: la
palabra viene del griego νέμεσις (transliterado némesis), que significa indignación
justa, venganza divina, retribución, que a su vez deriva de νέμειν
(transliterado némein), que quiere decir dar lo que corresponde, repartir,
distribuir.
Viene
todo esto a cuenta de que lo suyo sería, vistas las nefastas consecuencias que
la pandemia ha provocado en España -económicas, sociales, sanitarias,
políticas-, que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer sufriera un castigo en las urnas. Alguno me dirá que no son
responsables, que en ningún país lo han hecho mejor, que era algo imprevisible,
que si patatín y que si patatán.
Vamos a
aceptar todo eso. La UCD no fue responsable del caso del aceite de colza desnaturalizado,
ni el PP del Prestige o de los atentados terroristas del 11 de Marzo de
2.004, y sin embargo la izmierda les hizo responsables y, en algunos
casos, pagaron en las urnas.
Pues la justa retribución -la némesis- sería que el dúo Picapiedra también lo pagara.
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