Cuando los expertos de la Organización Mundial de la Pandemia (¡huy, perdón! Quería decir de la salud) fueron a China a investigar el origen de la pandemia de la Covid-19, en menos que canta un gallo (muy pronto, quiero decir, teniendo en cuenta la complejidad de la tarea) llegaron a la conclusión de que el origen de la enfermedad podía ser uno de tres: contagio directo entre el murciélago y el ser humano, contagio entre el murciélago y un huésped animal intermedio, o que la infección viniera a través del envío de comida congelada desde otro país. En ningún momento se barajó la posibilidad de que saliera del laboratorio.
Ahora, un
asesor de la organización internacional, entre otros, ha afirmado varias cosas:
la visita a Wuhan fue prácticamente una visita guiada por los funcionarios
chinos, la escena de los hechos ya estaba montada como un teatro, todos los
informes y datos los proporcionaban los representantes chinos, las teorías de
origen del virus fueron proporcionadas por los funcionarios chinos, y las
autoridades chinas se han negado a entregar información adicional.
Por ello, y por mucho más…
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