Hace un par de semanas, la noticia era que había clamor en el PSOE contra Pablo Iglesias porque degrada la vicepresidencia del gobierno de España.
La verdad
es que, en condiciones normales -en un país racional, en un mundo racional- no
podría estar más de acuerdo con semejante afirmación. Un sujeto que en lo
físico da grima -antes una cola de caballo, ahora un moño; tirando a chepudo;
una dentadura que hace que el maxilar inferior de Isidoro, por
comparación, parezca un candidato con posibilidades para un anuncio de
dentríficos-, en lo estético vergüenza ajena, en lo intelectual bochorno y en
lo ideológico repugnancia, degradaría, no ya la vicepresidencia del gobierno de
España, sino hasta un estercolero o un pozo negro.
Pero no
estamos en un país normal, ni tenemos un gobierno normal. Tenemos un gobierno
de psicópatas, inútiles, vagos, lunáticos -esto va por el astronauta, que ni
está ni se le espera- e indigentes intelectuales, presidido por un sujeto que
es todo eso y mucho más. Es decir, que el hijo del terrorista -además- no es
que degrade nada. Todo lo contrario. Está al mismo nivel, más o menos.
Se encuentra
en su lugar natural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario