Para la izmierda, la libertad de expresión consiste en que ellos puedan decir lo que les venga en gana, como les venga en gana, a quien les venga en gana, sea menor, mujer, discapacitado o varias de estas cosas a la vez; los demás, en cambio, no deben decir nada salvo sí, bwana a lo que la izmierda pontifique.
Cuando el
Circunflejo y la de la entrepierna escocida -repasad las fotos y veréis si su
postura no induce a pensar precisamente eso- posaron con sus hijas y el matrimonio
Obama para una foto, se comentó que las niñas no resultaban físicamente
agraciadas -tiraban a gorditas, siendo suaves-, su postura no era la más
favorecedora -de lo echados para delante que tenían los hombros parecían
jorobadas- y su aliño indumentario, que diría el poeta, no era el más…
digamos mostrable (vestidos negros largos y botas de suela gruesa y
cordones). El giliprogrerío en pleno se lanzó a aullar que eso suponía
un ataque intolerable a las niñas, que si esto y que si lo otro.
Una década
después, los neocom controlan Televisión Española (no por nada llaman a
la administradora temporal perpetua Roja María Mateo). El ente,
perpetuamente arruinado, se gasta una pasta gansa -del bolsillo de todos los españoles,
bonita- en que un voceras giliprogre haga un programa por las
mañanas. Y cuando salta la noticia de que la Princesa de Asturias, siguiendo la
misma línea que su padre, Su Majestad el Rey, a quien Dios guarde muchos años,
estudiará el bachillerato en el extranjero (en Gales, concretamente), ¿qué hace
el susodicho programa del susodicho voceras del susodicho ente? Pues rotular que
La princesa Leonor se va de España, como su abuelo Juan Carlos I.
En otros tiempos, por mucho menos de eso, habrían rodado cabezas. Y no hablo en sentido figurado, sino literal. Siempre he pensado que una cefaloctomía radical acaba definitivamente con la estulticia.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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