La izmierda practica una… iba a decir curiosa forma de actuar, pero en realidad de curiosa no tiene nada: es, lisa y llanamente, su doble vara habitual.
Si un
político de derechas es acusado, imputado o condenado, es poco menos que
arrojado a las tinieblas exteriores desde el primer momento, y las actuaciones
contra él deben llevarse a cabo con luz y taquígrafos y a toda velocidad.
Si, por
el contrario, el político es de izquierdas, o secesionista, entonces las cosas
se hacen con discreción para no estigmatizarle, y las actuaciones
judiciales se paralizan si hay campaña electoral para no influir… cuando lo
lógico y deseable sería que los ciudadanos sepan si están votando a una persona
honrada o a un rufián sedicioso.
Celebradas
las elecciones regionales en Cataluña, parece que la Justicia ha despertado de
su sopor: la Fiscalía se apresurará a recurrir el tercer grado a los golpistas
-que han podido hacer campaña con toda tranquilidad y libertad-, y el Tribunal Supremo remitirá al Superior de Justicia regional la causa por corrupción de la
candidata de Juntos por Cataluña.
A buenas horas, les han entrado las prisas…
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