En esa vorágine de cierre de series del Arrowverso, hoy le toca a esta serie, la más breve de todas, la más extraña -con un cambio de persona y de personaje tras la máscara entre la primera y la segunda temporadas-, la más feminizada, la más descaradamente rollo bollo -prácticamente todos los personajes femeninos son lesbianas- y también la más descaradamente negra (salvo Relámpago Negro), sobre todo a partir de la segunda temporada.
Quizá lo mejor de todo haya sido
la evolución del personaje de Alice, de villana en la primera temporada a antiheroína
en la tercera. Y lo peor, el final absolutamente abierto de la serie, puesto
que aparece un villano que, evidentemente, debería dar qué hacer al batequipo.
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