Que las políticas llamadas de igualdad o de defensa de la mujer son, cuando caen bajo el control de la izquierda, una manera de alimentar chiringuitos y mamarrachadas -en realidad, cualquier materia con algo de carga económica que tenga la desgracia de ser dirigida por semejante gente- era algo bastante sabido para los que no tienen anteojeras ideológicas puestas.
Vale, de acuerdo, yo tengo
anteojeras ideológicas puestas, pero son de las que me permiten ver las pajas
en el ojo ajeno. Con una nitidez que ya quisieran para sí los usuarios del
telescopio espacial James Webb.
Lo que también es evidente es que
esta gente no tiene el menor recato, rubor ni pudor en mostrarlo bien a las claras.
Es lo que ha ocurrido en Canarias, donde se han destinado ciento cinco mil euros
de los fondos derivados del pacto de Estado contra la violencia de género a unfestival de perreo feminista.
Como lo oyes.
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