Una de las pruebas indefectibles del paso del tiempo es cómo va variando nuestra manera de expresarnos. Comenzamos diciendo cuando era más pequeño, luego cuando era pequeño, a continuación cuando era más joven y, finalmente, cuando era joven. Yo, afortunadamente, todavía no he llegado a la cuarta (y última) fase, y considero que todavía soy (relativamente) joven.
A la que iba. Cuando era más
joven, y le explicaba a mi madre alguna cuestión política que tuviera matices
ideológicos, ella solía decirme que era muy objetivo, a lo que yo respondía que
no es que fuera objetivo, sino que tenía la capacidad de ser ecuánime. Con esto
quería decir que, a la hora de explicar el tema, podía hacer abstracción de las
circunstancias subjetivas, aunque fuera perfectamente consciente de ellas.
Pero todos estamos formados, como
vino a decir Ortega y Gasset, por nuestras circunstancias. Soy varón y, aunque
podré ver la necesidad de que la ley contra la violencia de género sea
discriminatoria, no podré obviar que discrimina. Igual que a una mujer que ha
sido maltratada le será difícil admitir mi postura.
Pero es que somos como la vida
nos ha hecho.
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