Siempre consideré a Jesús Polanco (el de se lo puso él solito) como el responsable último y máximo de todo malo lo que le ha ocurrido a España en el último medio siglo. No directamente por acción inmediata, sino por el hecho de haber apoyado, alentado y disculpado a todos los enemigos internos de España, simplemente por el hecho de acaparar y detentar, cuanto más poder, mejor.
En esta tarea contó, en una
especie de toma y daca de la iniquidad, con la complicidad del partido de la
mano y el capullo, hasta tal extremo que hubo épocas en que no se sabía quién
era el patrocinador y quién el patrocinado o, por decirlo de otra manera, quién
dirigía a quién.
Las cosas empezaron a cambiar
tras los atentados del 11 de Marzo de 2.004, con la llegada de zETAp al poder.
Quizá por convicción, quizá por crear un contrapoder, quizá porque sus
patrocinadores fueran otros, el hecho es que frente a Polanco puso a Roures,
con sus criaturas televisiva (La Secta) y de prensa escrita (Púbico).
Ambos medios compitieron en mendacidad con sus predecesores pero, ayunos del
apoyo directo del poder -aunque, como ocurre siempre, la derecha
maricomplejines tolera a los enemigos internos de España por aquello del qué
dirán… los enemigos internos de España-, el periódico se reconvirtió en
medio genital y la cadena de televisión fue comprada por una de sus
competidores, Antena 3, del Grupo Planeta (al igual que Cuatro fue
comprada por Telecinco), que en un ejercicio de lampedusismo dejó todo
igual (ay, si el primer Lara levantara la cabeza… se daba con la tapa del
ataúd).
El grupo Prisa, mientras tanto,
fue sobreviviendo mal que bien, pero cada vez más deficitario, aunque
conservando su villanía en la línea editorial. Pero ahora, el psicópata de La
Moncloa se plantea darle la puntilla, ante la posibilidad de que dé un
vuelco ideológico de ser adquirida por Vivendi que, vamos a decirlo así, no es
precisamente de izquierdas.
Sería de traca… además de un ejercicio de justicia poética.
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