Una de mis dudas recurrentes es si el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer está lleno de sujetos podridos moralmente porque el psicópata de La Moncloa corrompe todo aquello con lo que entra en contacto, o bien porque actúa al modo de un gran atractor (Dios, pero qué redicho me pongo a veces) de miserables, que se ven impelidos a gravitar en torno suyo como las polillas con la luz.
Tomemos el caso del ninistro
Pequeño. Antes de entrar en político estaba considerado como uno de los más
destacados luchadores contra la banda terrorista de ultraizquierda vasca, un
adalid de la justicia, un preclaro representante de lo más escogido de la
Judicatura.
Desde entonces, quién te ha visto
y quién te ve. Tan pronto acerca a Vascongadas terroristas presos como
destituye a aquellos mandos de las fuerzas del orden que osan criticarlo, o siquiera discrepar de sus afirmaciones. Y lo peor no es eso, con
ser malo: lo peor es que miente fatal, que le patina la neurona, quizá por una
pérdida severa de aceite.
La última, de momento, fue destituir
al coronel de la Guardia Civil en Melilla. La verdadera razón fue que el oficial defendió un protocolo de protección para los agentes en la valla, y que
esto molestó al consejo de ninistros. Y ni siquiera han tenido la
gallardía de admitir la verdad, sino que achacan el cese -pues cese fulminante
ha sido, ya que no tenían previsto sustituto- a una propuesta de la cadena demando interna de la Benemérita.
Tienen más vergüenza que dídimos.
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