El psicópata de La Moncloa, como buen (mal) autócrata, aspira a controlarlo absolutamente todo. Afortunadamente, todavía hay quienes se resisten a él y a sus peones.
Porque el ninistro
Bolardos -el apodo se me acaba de ocurrir sobre la marcha- pretendía crear una
unidad de ciberseguridad en la vivienda del ocupa tras el escándalo del hackeo
de los móviles de medio desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer -qué no habría allí-, pero el Centro Nacional de Inteligencia se negó a
ello.
La esperanza es lo último que se pierde, dice el viejo adagio castellano. Gracias a Dios, todavía nos queda alguna.
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