Como he dicho varias veces, y la última no hace mucho, los neocom todavía no parecen darse cuenta de que ya no están ocupando plazas públicas o arreglando el mundo en el bar de la facultad. No, están ocupando puestos de poder y, lo que es más importante, de responsabilidad. Sus propuestas, sus decisiones, sus iniciativas, tienen consecuencias en el mundo real.
Pero, como digo, actúan como si
no fuera así, porque proponen cosas que son irrealizables. Si hace una década
era el impago de la deuda pública -salvo empapelar con sus pasquines las
marquesinas de las líneas de autobuses urbanos, no había mayor repercusión en
el mundo real-, ahora es la propuesta de extender los ERTEs a todos los sectores con despidos por los costes energéticos.
Pero de ahorrar en gasto público, o de bajar los impuestos, de eso no hablan, no señor.
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