domingo, 26 de febrero de 2023

La política pese a quien pese

No sé si en el resto de los países ocurre lo mismo, pero en España un socialista es, ante todo y por encima de todo, socialista: lo demás queda en un segundo plano.

Si eres socialista y (presunto) españolista, y la dirección de tu partido que dice que votes a favor de un sedicente estatuto sedicioso, lo harás: Alfonso Guerra lo hizo, aunque ahora vaya por ahí criticándolo.

Si eres socialista y mujer, y dirigen palabras injuriosas a otra mujer, pero ésta es de derechas, callarás como una puta, al tiempo que aullarás como una loca cuando por mucho menos se califique a una de tu cuerda: ahí están los casos en los que se ha deseado a Inés Arrimadas que la violen, por ejemplo.

Si eres socialista y te blasonas de católico, permitirás en el más absoluto silencio vituperios, injurias y mentiras sobre tu religión: José Bono lo ha hecho.

Si eres socialista y NoCHefilo, y defiendes la autodeterminación de género -sea eso lo que sea, tanto la autodeterminación como el género-, nada te va a impedir decir que lo que estás esperando es un niño, o una niña, sin esperar a que la criatura tenga uso de razón y exprese por sí misma si se considera una persona, un ficus o una garrapata: Adriana Lastre lo hizo.

Si eres socialista y ecologista, viajarás en cuantos más medios de transporte y más contaminantes mejor: ahí está el psicópata de La Moncloa para demostrarlo.

Si eres socialista y defiendes el aborto libre, te apresurarás a quedarte preñada e intentarás llevar a buen término tu embarazo, en lugar de predicar con el ejemplo: ahí están todas las neocom y criptocom que han aumentado su familia últimamente.

Y si eres socialista y feminista, y sabes que una reforma legislativa va a provocar, previsiblemente, una rebaja de las penas a violadores, pederastas y maltratadores, pero te dicen que calles por respeto a una analfabeta funcional como la marquesa de VillaTinaja, callarás: la indocta egabrense lo hizo aunque, como bocachancla que es, luego vaya por las cadenas radiofónicas amigas poco menos que ufanándose de su silencio.

Sí, lo sé, algunas de mis afirmaciones anteriores son un poco bestias. Pero es que, a los que nos llaman fachas, nos parece que los que se autocalifican de rojos no merecen menos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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