Ya fue de traca que la autobiografía de Zlatan Ibrahimović no fuera del puño y letra del talentoso y nada modesto futbolista sueco, sino que fuera firmada por un escritor profesional.
Ahora, las memorias del hijo
pequeño de Carlos III de Inglaterra no sólo los ha escrito otra persona, sino
que además ha tenido la desfachatez de justificar los errores del libro
diciendo que la línea entre la memoria y los hechos es muy difusa.
En mi pueblo, a esa línea se le llama trola. No sé cómo se dirá en inglés.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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