Cuando un partido comienza su declive, sus integrantes -los políticos, sobre todo si son profesionales del tema, son como las ratas, que abandonan la embarcación que se hunde en busca de otra que les proporcione seguridad- se apresuran a buscar acomodo en otra formación.
Ocurrió con la Unión de Centro
Democrático, ocurrió con el Centro Democrático y Social, ocurrió con Unión,
Progreso y Democracia y está ocurriendo con Ciudadanos. No por coincidencia,
todas estas formaciones proclamaban ser de
centro o, al menos, no ser de
derechas y de izquierdas. Lo cual demostraría que en España puede haber
desaparecido el bipartidismo -o estar dormido-, pero lo que no lleva trazas de
extinguirse es la polarización política o la alergia a la tibieza.
A lo
que iba. La nueva dirección de los naranjitos (en su corta vida ya han
tenido tres, si no cuatro, a menos que me fallen las cuentas) ha trasladado a
Elías Bendodo, coordinador general de los del charrán, que no van a aceptar que el PP asuma tránsfugas.
Lo cual
me lleva al título de esta entrada.
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