Hace tiempo me compré (a la vez) cuatro libros de John Ronald Reuel Tolkien, todos ellos en inglés: los ya comentados The history of ‘The Hobbit’ y 'Sir Gawain and the Green Knight’, ‘Pearl’ and ‘Sir Orfeo’; el índice de los doce volúmenes de The History of Middle-Earth, que (naturalmente) no me leeré y que, por tanto, no aparecerá en este blog; y el que es objeto de esta entrada, una especie de decimotercer volumen (oficioso) de la citada History of Middle-Earth.
Se diferencia de los doce volúmenes
anteriores, básicamente, en dos cosas: primero, que no muestran -directamente-
la evolución de los mitos del legendarium del viejo profesor, o al menos
no de su parte narrativa; y segunda… pues la verdad es que se me ha
olvidado mientras escribía la primera.
Podría ser el hecho de que la obra
no esté editada por Christopher Tolkien (que ya había fallecido cuando se
publicó), sino por Carl Franklin Hostetter. Podría ser también el que refleje
disquisiciones de Tolkien sobre (literalmente) casi todo lo divino y lo humano
(incluyendo aquí a lo élfico) relacionado con Arda.
Lo que sí tiene en común es que
demuestra la irrefrenable pulsión de Tolkien por reflexionar sobre el mundo que
salió de su mente. Un mundo que, si bien hundía sus raíces en mitos pretéritos
-del cristianismo al mundo celta, pasando por las sagas escandinavas-, refuerza
el valor que ha de darse al hecho de que un solo hombre -si bien en el lapso de
una vida relativamente larga- fuera capaz de edificar un edificio mitológico de
semejante envergadura y coherencia.
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