Leí hace tiempo por ahí que la izquierda considera que lo natural es que los pobres la voten, mientras que carece de sentido que los pobres voten a la derecha; el corolario lógico, y malvado, es que por lo tanto lo que le interesa a la izquierda es que haya pobres y, cuantos más, mejor.
La verdad es que lo anterior no tiene
demasiado que ver -por no decir que nada en absoluto- con el tema de esta
entrada; pero cuando estaba a punto de ponerme a escribirla me he acordado y me
apetecía ponerlo. Como tampoco el título con la entrada, pero hoy es primero de Mayo.
El verdadero tema de la entrada
son las promesas electoralistas -ni siquiera electorales, puesto que quedan,
salvo sorpresa, seis u ocho meses hasta las próximas elecciones generales- que
realiza el psicópata de La Moncloa. En concreto, la que hizo de poner a
disposición de la ciudadanía el parque de viviendas de que dispone la
SAREB, el llamado banco malo (siendo público, sería complicado que fuera
bueno, incluso aunque no estuviera trufado de activos tóxicos). El problema
es que, sobre no quererlos nadie por su estado y/o situación, lo que supondrían
en el total del parque de viviendas es irrisorio (de reírse… por no llorar).
En Madrid, en concreto, son menosde una décima del uno por ciento de las viviendas. Por lo tanto, el
efecto en los llamados mercados tensionados será inapreciable… pero eso
a Sin Vocales le da exactamente igual, porque a él el único efecto que
le interesa es el que se produce en las urnas.
Y eso si, como pronostican
algunos agoreros, no hace un pucherazo como hicieron sus conmilitones en su
añorada segunda república.
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