El desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, tomado en su conjunto o atendiendo separadamente a cada uno de los ninistros que lo componen, está compuesto en su inmensa mayoría -empezando por el psicópata de La Moncloa que lo preside- por sujetos que reúnen una serie de características, ninguna de ellas cualidades precisamente: son intelectualmente limitados e injustificadamente soberbios, prepotentes y autoritarios, sectarios y egoístas, avasalladores y vociferantes.
Pero si hay un rasgo que les
caracteriza es que son, sobre todo, cobardes. No conciben que nadie se oponga a
su impía voluntad, a sus malvados caprichos; cuando alguien lo hace, se achantan,
aprietan la mandíbula, agachan la cabeza y reculan.
Así ocurre con frecuencia con Sin
vocales, que sólo acude a actos públicos en los que (cree que) tiene controlado
el auditorio (que luego le sale rana en ocasiones); y cuando no tiene más
remedio que acudir a un acto oficial, llega el último, se va el primero y se esconde
detrás del primero que puede, aunque ese primero sea efectivamente el
primero, Su Majestad el Rey don Felipe VI, a quien Dios guarde muchos años.
En la celebración del 2 de Mayo,
fiesta regional de la Comunidad de Madrid, se invitó a la hormiga atómica,
la ministra de Defensa. El ninistro de la Psicopatía, Avasallamiento a
la Voluntad Popular y Desmemoria Antidemocrática, a quien por su afán en
estorbar llamaré desde ahora Félix Bolardos, no estaba invitado, pero se le
esperaba, porque este matoncete es de los que no está acostumbrado a obtener un
no por respuesta.
Se condescendió en permitirle asistir,
sentado en primera fila, a la entrega de medallas en la Real Casa de Correos
(sede de la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid, que la izmierda
no pisa desde hace casi treinta años más que de visita), pero se le avisó de
que no tendría hueco en la trbuna de autoridades durante la parada militar, a
pesar de lo cual intentó acceder a la misma.
Pero se interpuso en su camino
una figura que como Viriato frente a los romanos, Guzmán el Bueno frente a los
moros o Agustina de Aragón frente a los franceses, no se achantó y mantuvo el
tipo, y educada pero firmemente le impidió acceder a donde no podía acceder,
aunque Bolardos intentara colarse como el socialista tramposo (perdón por
el pleonasmo) que es, y sin que Madgadita Dobles hiciera nada salvo mirar (divertida, probablemente, puesto que dicen las malas lenguas que no se llevan nada bien).
Esta figura era la jefa de
protocolo de la Comunidad de Madrid, que bien por tener las cosas bien claras,
o por temer (o respetar) más a Isabel Díaz-Ayuso que a un no sabe usted
quien soy (lo tenía clarísimo) del consejo de ninistros ejerció de
valladar insalvable, de dique de contención, de -en definitiva- bolardo que
obstaculiza el paso.
La cosa no sentó bien, ni en La
Moncloa ni en Galapagar (suponiendo que viva allí, aunque supongo que encabronado
en el municipio serrano seguirá). El Chepas, a quien Isabel Díaz-Ayuso
ya dio tal revolcón electoral hace ahora dos años que le echó de la política
activa, opinó que Bolardos tendría que haber lanzado a sus escoltas contra la jefa de protocolo de la presidente de la Comunidad de Madrid,
rompeolas de las Españas y, parece, también del rojerío patrio.
¿Mi valoración? La resumo en cinco palabras: les ha jodido pero bien.
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