Vaya por delante que esta entrada está mediatizada -no es ninguna sorpresa- por el hecho de que soy una persona de derechas, y que considero que prácticamente lo único bueno que los comunistas han aportado a la Historia de la humanidad es que, a las primeras de cambio, se dedican a exterminarse los unos a los otros.
Dicho lo cual, vamos al asunto. En
relación con nuestra última guerra civil y su posguerra, los de izquierdas suelen
decir que Franco -personalizan la cosa en el Generalísimo- mató a mucha gente
-de hecho, las cifras suelen ser tan grandes que parece cosa de milagro el que un
par de décadas después tuviéramos tanta gente para emigrar-; mientras los de derechas
sostenemos que la república asesinó con igual saña antes, durante y
después de la contienda (las purgas, ¿recordáis?).
No vamos a entrar en quien mató
más o durante más tiempo. Vamos a asumir que los dos mataron por igual. Pero hay
todavía una diferencia: Franco era un militar, y en aquella época esa profesión
suponía luchar para vencer, matando si era necesario. Era, además, un dictador;
mientras que los que se reputaban de la república hijos se consideraban a sí
mismos defensores de la democracia.
Y a aquellos que sostienen que,
de haber ganado la contienda, es imposible saber si el bando rojo habría o no hecho
lo mismo, les respondo que sí es posible saberlo. Basta con contemplar sus
precedentes (de Casas Viejas a Andrés Nin, pasando por Cabra) y sus referentes
(de Lenin a Stalin, pasando por Trotsky).
Las purgas, de nuevo.
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