En su afán revisionista, la cultura woke se pasa unos cuantos pueblos. Vale que en series como Los Bridgerton -o su precuela, La reina Carlota-, que son declaradamente ficciones, se presenten a nobles de raza negra ae finales del dieciocho y principios del diecinueve. En aquella época, de haber alguno, sería la excepción, no la regla. Sería el caso, por ejemplo, del padre de Alejandro Dumas (padre), mulato y general napoleónico.
Pero que una serie que se
proclame documental se aparte de la evidencia histórica tiene más delito. Y es
lo que ha ocurrido con la figura de Cleopatra, que en un programa reciente ha
sido presentada como de raza negra o, al menos, mulata.
Esto, naturalmente, ha desatado las críticas de quienes probablemente más sepan del tema, los propios egipcios,
que han señalado que la última reina de Egipto era griega macedónica. A esto,
la directora de la serie ha respondido que, aunque los Tolomeos tenían,
efectivamente, ese origen, tres siglos habrían bastado para difuminarlo.
Y así sería, salvo por un pequeño
detalle que la susodicha no menciona. Y es que los descendientes del general de
Alejandro Magno, como los Habsburgo milenio y medio después, acostumbraban a
casarse entre ellos… con lo que, trescientos años después, seguirían siendo,
básicamente, griegos macedonios.
Trasplantados al delta del Nilo,
eso sí.
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