Supongo que hay un momento en la vida de toda persona en la que, aunque físicamente se sienta bien, emocionalmente todavía no se sienta como adulto y no ha tenido que cambiar el carné de identidad demasiadas veces, se da cuenta de que se ha hecho mayor.
Es cuando dejas de ver las cosas
como un no adulto y empiezas a verlas como un adulto. En mi caso tendría veintitantos
o treinta y pocos, con lo que ya trabajaría, pero todavía vivía en casa de mis
padres. Cerca de la misma hay una sala de conciertos, y en la esquina del
edificio un Burger King.
Precisamente de este último local
salan grupos de adolescentes (o preadolescentes) de ambos sexos. Ellas no iban
demasiado escandalosas, pero el pensamiento que cruzó por mi mente -lo recuerdo
perfectamente, como si hubiera pasado ayer mismo- fue anda que si fueran mis
hijas las iba a dejar salir así a la calle…
No hay comentarios:
Publicar un comentario