La izquierda española nunca ha sido -salvo casos excepcionales, como Marcelino Camacho o Julio Anguita- un dechado de principios y coherencia con los mismos. Más bien todo lo contrario, han sido marxistas en el sentido de Julius, no de Carlos: si no les gustaban sus principios, no tenían inconveniente en cambiarlos, las veces que hiciera falta.
Ese rasgo ha llegado al paroxismo
con el psicópata de La Moncloa, que no es que sea capaz de mantener criterios
distintos ante situaciones idénticas: es que no tiene esfuerzo (ni escrúpulo)
en hacerlo en la misma frase sin que se me mueva un músculo de la cara. Llegamos
así al caso de que rechace establecer parques eólicos en León, Orense y Lugo
por el impacto medioambiental, mientras los autoriza en Teruel.
¿Será porque en Aragón gobierna su conmilitón, mientras que en Castilla-León y Galicia lo hacen los populares? ¿O porque tiene alguna prebenda que pagar a la formación mercenaria denominada Teruel Existe?
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