A los revolucionarios pijos -y que me perdonen los pijos, gente por lo demás respetable aunque en ocasiones puedan resultar algo cargantes, ossea- se les llena la boca hablando del sistema del cual disfrutan y de la sociedad en la que viven; sistema y sociedad que cambiarían por otra más similar a los cubanos o venezolanos -por citar los exponentes más conspicuos-, pero en los cuales ellos seguirían viviendo a cuerpo de rey; o, por emplear una expresión más acorde con la ideología que profesan, a cuerpo de secretario general o, al menos, de miembro de la nomenklatura.
Mientras tanto, critican a
quienes con su inteligencia, su esfuerzo y su visión, han levantado imperios (y
emporios) económicos y empresariales que sirven de referencia en el mundo entero,
y que además no amasan beneficios por amasar, sino que los revierten a la
sociedad en forma de ayudas, donativos… e impuestos.. Gente como Juan Roig o
como Amancio Ortega, a los que los neocom dedican epítetos denigratorios
e inmerecidos.
En el caso del fundador de Inditex,
Juanita Petarda le llamó usurero y antipatriota. Ella, que nunca ha dado
un palo al agua, que derrocha el dinero a manos llenas y cuya única patria es
el odio a todo el que no piense como ella, y el resentimiento no se sabe bien
por qué.
Salvo que esté resentida porque
sabe que no vale una mierda.
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