jueves, 22 de octubre de 2020

Ay, si César levantara la cabeza

Pocos animales políticos habrá en la antigüedad que alcancen el nivel de Cayo Julio César. Con un instinto finísimo y una absoluta falta de escrúpulos, hizo lo que creyó necesario para tomar el poder y retenerlo.

Fue también un hombre inteligentísimo, que dejó para la posteridad multitud de frases y sentencias. Una de las más conocidas es aquella de que la esposa de César [y no del César, como a veces se cita erróneamente] no sólo debe ser honesta, sino parecerlo. O, como digo yo a veces, hay cosas que podrán ser éticas (legales, lícitas), pero no estéticas (no quedan bonitas, no son elegantes).

Tomemos el caso de la fiscal general del gobierno, esa a la que, siendo notaria mayor del Reino de España, le colaron ante sus narices un pabellón de Francisco Franco como Jefe del Estado. Por lo visto, es pareja de Baltasar Garzón, ese exmagistrado prevaricador, sectario, parcial, mal profesional y amigo de autócratas. La fiscal tiene todo el derecho del mundo a marcharse a Roma con su pareja; pero hacerlo precisamente la misma semana en la que el desgobierno socialcomunista impulsa la ley de desmemoria antidemocrática… la verdad, muy apropiado no parece.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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