El problema de los partidos bisagra en España es que no hay tradición de estos. Somos un país tradicionalmente polarizado: se es de derechas o de izquierdas. O, como yo digo, en política los independientes no existen, sino que son un invento del centro… y el centro es un invento de la derecha y la izquierda.
En
otros países, como el Reino Unido o la República Federal de Alemania, sí que
tienen esa tradición. Nadie en esos países considera traidores o veletas a los
liberales cuando pactan con la derecha o con la izquierda, según qué opción
haya alcanzado la mayor minoría. En España, en cambio, el partido pomelo
es puesto a parir desde la derecha cuando sostiene gobiernos de izquierdas, y
viceversa.
Dicho
lo cual, al ser una formación que podríamos llamar de aluvión, que ha
recibido integrantes de uno y otro lado, siempre habrá, según las personas, una
mayor o menor querencia ideológica, con independencia de las directrices que
vengan del mando nacional.
Tomemos
el caso de la comunidad de Madrid, por ejemplo. Ciudadanos forma parte del
gobierno de coalición presidido por la popular Isabel Díaz-Ayuso. Sin embargo,
el vicepresidente, el naranja Aguado parece dar muestras de que le
gustaría (o da muestras de que parece que le gustaría) apoyar un gobierno
encabezado por el PSOE (de hecho, la formación más votada en las últimas
elecciones regionales).
Como
buen giliprogre, es capaz a la vez de coincidir con la verdad por
casualidad y de soltar enormes tonterías. En cuanto a la primera, hace una
semana dijo que consideraba que el estado de alarma era evitable, algo
en lo que estoy de acuerdo: no sólo era evitable, sino prescindible. O eso, o
debería imponerse a más regiones, aunque en ellas gobierne la izquierda con el apoyo
de los terroristas.
En
cuanto a la segunda, causa vergüenza ajena escucharle decir que contempla
atónito cómo han (¿quiénes?) convertido nuestra región en un campo debatalla. ¿Pero qué te esperabas, alma de cántaro? Los socialcomunistas
quieren conquistar en los despachos lo que no lograron en las urnas, y la
alternativa de los populares a presentar batalla era dejarse matar
(políticamente hablando, se entiende).
Por ello, y por mucho más…
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