Por parte de algunos bienqueda se señala que se han reabierto las heridas de la Guerra Civil, lamentando el hecho pero sin señalar quiénes las han reabierto.
Y
ojo, que no entro a valorar si tienen o no derecho o justificación para
abrirlas; pero los que lo han hecho son los políticos de izquierdas, las
asociaciones de izquierdas y los intelectuales de izquierdas. No los de
derechas porque, lógicamente, no tenían por qué hacerlo: al fin y al cabo,
todos sabemos quién ganó la guerra, ¿no?
Y
si la llamada ley de memoria histórica fue una norma parcial, sectaria,
ideologizada e inconstitucional -por más que algunas personas que conozco digan
que como el Prostitucional no la ha declarado tal, no lo es- desde el
momento en que va contra la libertad de opinión y de pensamiento consagradas en
la Constitución, la proyectada ley de memoria democrática -llamar
democracia a la merienda de negros (y que se jodan los del Black Lives Matter
si la expresión les molesta) que fue la segunda experiencia republicana en
España es, como poco, un sarcasmo- lleva camino de superarla.
Para
empezar, prevé anular los juicios del franquismo. Como el artículo no lo
especifica, uno no sabe si -por ejemplo- el de José María Jarabo, asesino convicto
y confeso que, probablemente, esté ardiendo en el infierno junto a, pongamos
por caso, Luis Companys, otro que tal baila. Además, prevé multar hasta con
ciento cincuenta mil euros a quienes incumplan la sedicente memoria
democrática, expulsar a los benedictinos de la Abadía de la Santa Cruz del Valle
de los Caídos, reflexionará (lo cual es suponer funciones cerebrales
superiores a los engendradores de este engendro legislativo… y eso es mucho
suponer) sobre el derribo de la Cruz e ilegalizará la fundación Francisco Franco.
Con
la colección de inútiles desalmados que pueblan el actual consejo de ninistros,
no es extraño que hayan pisado callos hasta decir basta. La citada fundación ha
indicado que piensa plantar cara y que, si fuera necesario, se marcharían a
un país libre. Las víctimas de la banda terrorista vasca de ultraizquierda
emitieron un comunicado en el que manifestaban sentirse ninguneadas por
el antedicho aborto legal (la expresión es mío) y, en definitiva, se escribieron
artículos razonados y fundamentados -que hicieron rechinar los dientes del
giliprogrerío- que señalaban que ni memoria ni democrática, que no había
que mitificar conductas criminales y que el destino de las víctimas nacionales
fue ser incinerados, quemados vivos o arrojados a sitios inaccesibles.
Si queremos la verdad, la queremos toda.
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