El desgobierno socialcomunista puede pretender reescribir la historia. Puede pretender que Francisco Franco, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España por la gracia de Dios, era un inútil como militar. Pueden pretender que la segunda república no se proclamó de un modo ilegal e ilegítimo. Pueden pretender que no se creó contra media España. Pueden pretender que durante la república y la guerra, las izquierdas no cometieron un genocidio contra los católicos. Pueden pretender que no cometieron tantas atrocidades, por lo menos, como el otro bando. Pueden pretender que luchaban por la democracia y la libertad. Pueden pretender que no les apoyaba uno de los regímenes más criminales que ha dado el siglo XX, que es tanto como decir la historia de la humanidad. Pueden pretender que en la construcción del Valle de los Caídos murieron miles y miles de personas. Pueden pretender que durante el franquismo se ejecutó a decenas, sino cientos, de miles de personas. Pueden pretender que Luis Companys no merecía el final que tuvo. Pueden pretender que la transición no se edificó sobre la base del perdón.
Pueden
pretender todo eso. Pero hay una cosa que no podrán pretender, ni falta que
hace, porque es cierta y no podrán borrarla, ni cambiarla, ni evitarla, ni
-sobre todo- olvidarla. Y se resume en tres palabras.
Perdieron.
La. Guerra.
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