Al parecer, Sin vocales le cogió el gusto a lo de gobernar por decreto entre su asalto al palacio de la Moncloa a lomos de los enemigos de España y la convocatoria de elecciones. Con la pandemia de la Covid-19 pudo, además, ostentar poderes excepcionales sin ninguna cortapisa.
Pero
todo lo bueno se acaba… hasta para los malos. Según él -qué mala es la
hemeroteca-, hacia el verano la cosa estaba controlada, habíamos vencido al
virus, habíamos doblado la curva… pero a la vuelta de las vacaciones la cosa
volvía a estar disparada y se ha hecho necesario volver a tomar medidas
excepcionales… lo que me lleva a preguntarme cuántas veces ha de repetirse una
situación excepcional para que deje de serlo, y a considerar que si esto es la nueva
normalidad, sigo prefiriendo quedarme con la antigua.
Así
que el desgobierno socialcomunista vuelve a decretar el estado de alarma. Pero como
eso de asumir responsabilidades es muy aburrido, y es mucho más divertido echarle
las culpas a los demás, no habrá mando único, sino que se deja a las
comunidades autónomas la responsabilidad de decidir los confinamientos y si se
puede salir de la comunidad… cargándose la igualdad de los españoles ante la
Ley.
Eso
sí, como lo de toque de queda queda rancio, y antiguo, y suena a
militar, es mejor llamarlo restricción nocturna de la movilidad; porque
como ha dicho Risto Mejide, como todo el mundo sabe, nada acojona más a un
virus que un buen eufemismo.
Por
ello, y por mucho más…
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