Hoy toca seguir hablando del portacoz científico del desgobierno socialcomunista. Si ayer decía (había puesto inicialmente decíamos, pero tampoco vamos a ponernos mayestáticos) que carece de la discreción mínima que cabe de esperar de un político -pues su desempeño es político, y no científico, ya que se dedica a tapar las vergüenzas de quien le paga (tarea ciertamente hercúlea)- hoy corresponde señalar que carece incluso de la que cabe esperar de cualquier persona mínimamente decente.
Porque
con casi treinta mil muertos reconocidos y probablemente otros tantos sin
reconocer, con un millón de contagiados, con la economía española yéndose,
literalmente, a la mierda, a ese estafermo no se le ocurre otra cosa que hacer chascarrillos sobre la pandemia, preguntándose de qué hablaría los Jueves
cuando esto termine (si es que termina, añado yo). Pues de su refitolera madre,
si le parece.
Por ello, y por mucho más…
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