No voy a entrar a valorar la cualificación como científico de Fernando Simón. Quizá sea una eminencia en su campo, cualquiera que éste sea. Pero como cabeza científica visible de la lucha de España contra la pandemia de la Covid-19 está totalmente descalificado, al igual que sus patronos socialcomunistas.
No
es sólo que haya mentido vilmente, haya ocultado datos, haya falseado
estadísticas o le haya seguido el juego a ese par de sociópatas homicidas que
tenemos la desgracia de padecer. Es que, además, se va de vacaciones en los momentos
más inoportunos (cualquiera desde Marzo de este año, por dar una fecha, es inoportuno
en alguien con sus responsabilidades), tiene las intervenciones más desafortunadas
en medios de comunicación (aquella portada del suplemento dominical de El
Pis) o dice las necedades más insensibles que en cabeza humana caben.
Porque
hay cosas que no se deben pensar. Si se piensan, no se deben decir. Si se dicen,
no deben decirse en voz alta. Y si se dicen en voz alta, que no sea con una
cámara de televisión grabando. Entre ellas está la frase Mucha gente no ha
muerto por lo que hemos hecho, aunque otros sí se han muerto. En cuanto a
lo de no poder más y tener que resetear, que abandone y deje a
alguien que sí pueda. Peor no lo hará.
Por
ello, y por mucho más…
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