Uno de los grandes errores de este desgobierno socialcomunista que los españoles tenemos la desgracia de padecer ha sido restar importancia a la pandemia y a sus consecuencias.
Quizá
por una cuestión de imagen (el quizá es una figura retórica), por no
querer aparecer como los inútiles que son, se han ocultado las cifras de
muertos -las cifras reales- y los propios muertos. La gente, así, no ha
percibido la verdadera repercusión de la nefasta gestión del dúo Picapiedra. Es algo parecido a lo que sucedió con la
guerra de Vietnam: en el campo de la imagen, el gobierno estadounidense comenzó
a perderla cuando se vieron llegar los muertos. Sin vocales y Chepas no estaban dispuestos a que les pasara algo así, y por eso han actuado
de ese modo.
Ahora, en la llamada segunda ola, vuelve a ocurrir lo mismo: gente de toda clase y condición, que
carecen de ingresos porque han perdido su empleo, se ven obligados a recurrir a
la caridad -no la pública, que ya sabemos que este desgobierno carece de
misericordia porque carece de corazón- para no morir de hambre; pero se impide
a los periodistas que graben esas colas porque hay órdenes de arriba.
Buscando retrasar lo inevitable, el psicópata y el
sociópata sólo van a conseguir agravarlo y cebar aún más la bomba: el estallido
va a ser de aúpa.
Por ello, y por mucho más…
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